Anoche te sentí,
estabas conmigo,
sentí tus manos y las mías acariciarse,
sentí la suavidad de tu piel en la mía,
era una juego de manos y antebrazos,
intentábamos desdibujar la distancia jalándonos,
fue como si se abriera el portal de la cabecera de mi cama hacia la tuya,
comenzamos deseándonos, añorando estar cerca del otro por lo menos en sueños,
hermosas simulaciones de lo que está ausente en la realidad.
Poco a poco el deseo se hacía más poderoso,
tanto que nos conectamos mediante sueños,
se hacía más fuerte nuestras presencias,
que logramos vencer la barrera espacio temporal,
estiramos los brazos y sentimos la yema de nuestros dedos,
corrientazos de pasión encendía el momento,
nos probaban que era real lo que sucedía.
De la yema de los dedos,
las caricias continuaron hasta la palma de las manos,
con la punta de tus dedos acariciando mis manos,
erizabas mi cuerpo, así como tu te erizabas cuando te acariciaba mis uñas.
Nuestros sentidos estaban en plena efervescencia,
el momento se hacía más intenso,
podía sentir tu respiración agitada sobre mi nuca...
Era real, estabas ahí, te sentía conmigo...
Sin embargo, bastó con abrir los ojo para culminar la fantasía.
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