Ayer, se desvaneció el contexto deteniéndose el tiempo,
el espacio tornó el blanco o traslúcido, no lo sé,
no hubo sonido y ni prejuicios,
todo el mundo desapareció alrededor,
la plaza quedó sólo para los dos,
y el relato de ambos quedó relegado por un instante,
sólo éramos tú y yo a través de nuestras miradas,
Me pregunto, te preguntas,
¿Será que nos conocemos?
No lo creo, no recuerdo hayamos coincidido antes,
¿estás segura? si,
¿estás seguro? también.
Seré persistente en mi observar,
pero no me puedo controlar,
tu mirada es como un imán que me traspasa sin chistar.
¿De qué nos conocemos si creemos que no lo hacemos?
El aroma a rapé invadiendo la sala me tiene extasiada,
cruzamos nuevamente miradas,
la chispa se aviva, detonando un juego semiótico,
sumado al roce de nuestra piel al vernos empujados por la multitud.
Nuevamente fueron miradas,
el resto del contexto se desvaneció y la vista prevaleció.
¿Quienes somos?
"Hola, ¿qué hay para hacer hoy?",
te atreviste a preguntar,
de ahí no nos detuvimos a reflexionar,
una conexión instantánea fluía sin cesar.
"¿El león de Judah está sobre ónix?",
emocionada te pregunté
Jah, sonreíste sorprendido cuando notaste que la mística nos implica.
Ónix, labradorita, esmeralda y obsidiana,
sus propiedades con relatos ancestrales,
el peyote tras la ceremonia del "camino rojo",
yagé con los taitas en selvas ancestrales,
saberes, anécdotas, simbolismos de antiguas civilización....
¡creo que me enamoré!
Ahí, iluminados por la luna llena seguíamos hipnotizados,
¡¿quién eres para penetrar mi esencia con tu mirada?!
finalmente nos leímos la mente,
pero hice la pregunta imprudente,
"¿Y este anillo tan imponente?",
"es el inicio y el fin egipcio, es mi anillo de bodas, estoy casado...."
Se desplomó la emoción,
comenzó la matazón entre cerebro y el corazón,
moralismo versus pasión,
prevaleció la razón de poner límite al torbellino,
está vez nuestras manos se tomaron y las miradas se desviaron,
un encuentro a destiempo con principios de correspondencia,
aplacaron la tentación aunque vaya en aumento la conexión,
Tal vez tuvimos sexo en otra encarnación,
el deseo tenia rienda suelta en nuestra imaginación,
pese al acompañamiento cómplice del bonche nada pasó,
de coqueteo y diálogo no siguió.
Nuestro fuego aumentó,
el recuerdo de un no recuerdo
o un recuerdo de otro momento nos invadió,
la convicción firme de que en otra vida fuimos uno con el abuelo fuego,
pudo ser la selva quien nos unió,
o las locuras del Universo que con la luna llena nos embrujó.
Sylvanna Cassalins @scasssalins
#LaEsenciaDeDiosEnLaPachamama
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